Monday, April 27, 2009

Serpientes y ángeles de mi ciudad, MARIÉ, Cuba...


Todo pasa, así como están pasando las horas este momento; la memoria siempre va y viene al lugar del comienzo, al lugar del fin, siempre. Yo me estoy preguntando qué será de Marié la amiga, con quien tanto compartí poemas y fotos, cartas y otras tantas cosas en el recorrido de la vida. Hoy tropiezo con archivos guardados y estos poemas; no deseo que sigan engavetados y los comparto con los amigos, los que alguna vez dejan sus pasos por aquí, estos días difíciles para un país que cada vez se nos hace casi imposible reconocer. ¿Será que Marié está en España? ¿Se habrá ido? La última vez que conversamos fue el 2005 en Diciembre, yo estaba en La Habana y escuché su voz cuando me dijo que estaba enferma...yo no lo sé. La llamé desde el Taller de Artes Gráficas, ese tiempo...

TC.

PD: Una foto que me envió con una dedicatoria muy especial, será la que elija para estas breves palabras.



MEMORIAS DE REPTIL


La voluptuosidad de mi cuerpo ardiendo lentamente,
Reverberando bajo los rayos del sol
Contra la blanda arena.
Estirarme perezosa y volver la otra mejilla...

La increíble, inagotable sensación de subir,
Trepar, escalar,
Todo lo que sea subible o trepable o escalable,
Siempre hacia arriba, rumbo al cielo...

La piel pegada a la corteza vegetal,
Su rugosidad arañando mi carne,
La soledad de las ramas más altas,
De nuevo el sol que nos calienta...

El amor por tenderme a dormir en las piedras,
El placer por huir, por ocultarme,
Por mutar de envoltura si es preciso.
El infinito goce de enroscarme...

El saber apretar los anillos hasta el fin,
El engullir lentamente,
La digestión demorada de la presa,
Ese balanceo inconsciente cuando escucho un solo de flauta...

La incansable búsqueda del veneno del saber,
El no haber aprendido a guardar secretos,
La pasión por las manzanas,
El querer jugar a ser Dios...

Mil detalles como estos
Me confirman que un día fui serpiente.



SER LA SERPIENTE


Si pudiera regresar al Edén
A pesar de los ángeles y sus espadas de fuego
Y se me diera a escoger qué personaje encarnar en la tragedia,
Quisiera ser la serpiente.
Conocedora de los secretos de la fruta prohibida,
Lasciva en su mansa postura de espectadora del pecado,
Prefiero ser la serpiente,
Que amó a Eva en su prístina belleza,
A Adán en su tonta inocencia
Y probó a Aquel que no nos atrevemos a nombrar,
Que todos somos falibles,
Cuando hizo al hombre poseer el objeto de su deseo
Fundido a la medida de sus más umbrosas fantasías.

Quiero, sí, ser la sabia serpiente,
Porque sin ella no habría historia que contar,
Más allá de un jardín abúlico,
Semejante a una pecera de peces aburridos.

Sería, definitivamente, ese monstruo antiguo,
Retador del Divino Alquimista,
Que vio partir, cabizbajos, a los amantes,
Y a Dios marchar a su exilio, allá arriba,
Tratando de olvidar los labios de su Eva.

Porque, no sé si lo recuerdan
- a veces estos detalles pasan inadvertidos -:
Ella quedó, sonriente,
Viéndolos retirarse de la escena,
Eternamente invasora,
Propietaria definitiva,
Del Jardín que todos añoramos.



EL BESO DEL ÁNGEL


Ignoro por qué magia del destino
Me vi, ayer, de pronto,
Flotando sobre el mundo.

Inundada de cielo infinito,
De monte totalitario,
De la pureza del mar en calma,
Lloré, regresando a la inocencia.

En medio de un Renacer
Sin edad, rostro o fortuna,
Sentí crecer en mis espaldas,
Aquel par de alas que presté un día
O que quizás dejé olvidadas.

Retornando ahora,
Para recordarme que allí,
Donde el mar acaricia
Los pies desnudos de la Tierra.

Una vez,
Hace tiempo,
Fui besada por un ángel.


LUCES Y SOMBRAS

La Habana, cuando anochece
Es bella como nunca.
La noche habanera es especialmente cálida,
Sus calles se tornan silenciosas, vacías,
Mas si nos acercamos al mar,
La brisa nos trae voces de leyenda,
Gritos de náufragos,
Cantos de sirenas.

La Habana de noche,
Cuando hay luz
Es una fiesta.
Es mi París, mi Londres, mi Venecia.
Es las farolas mortecinas,
Los portales vigilados,
Los pasos sigilosos del ladrón de besos,
Los anuncios donde siempre faltan letras
Iluminando tantas tendederas.
Es la alegría de estar vivos,
De celebrar sin tener necesidad de más pretexto que
La música que escapa de una ventana,
Ensordeciendo el acelerado paso de las horas.

La Habana de noche,
Cuando no hay luz,
Depende de las fases de la Luna.
Es mi reino encantado,
Mi Nunca Jamás,
Mi Oz, mi Ofir,
Mi Vía Láctea,
Sinfonía de sonidos en misterio,
Pálidas luces en el interior de las casas,
Provenientes de quién sabe cuántas velas,
La búsqueda del sueño que se niega a visitarnos
Mientras las horas parecen detenerse.

La Habana, al caer la noche,
Entre luces o en penumbra,
Es salir a los balcones,
Con esa taza de café que nos compensa del cansancio,
Huyendo del calor,
A contemplar caminos trazados por estrellas fugaces
Olvidando casi siempre,
Que debíamos haber formulado aquel deseo:
“Por favor, Dioses que rigen mi destino,
No me aparten nunca de ella”.

MARIÉ ROJAS TAMAYO