Teresa Coraspe en el país de los relojes blandos
Carlos Yusti
"La poesía es una vivencia sin método donde interactúa mucho la sensibilidad, la pasión".Teresa CoraspeUn buen número de escritores asumen, sin más, que su país en definitiva es el lenguaje. Con ello quizá desean dejar en claro esa particularidad de ser individuos que le conceden una importancia exagerada a las palabras y también, sin duda, para rechazar esos patriotismos exacerbados que conducen a la heterefobia; temor y odio ante los otros, los diferentes, los extraños, lo que vienen de otro lugar. Además para puntualizar esa condición de nómada que posee el escritor, viajero (a veces inmóvil) e incansable de varias lenguas y culturas. La patria, la provincia, el país la lleva en ese elástico, volátil y mágico equipaje de su escritura. Teresa Coraspe pertenece a ese país imprescindible y necesario de la palabra escrita. Su oficio más que la de poeta es de la resistencia por la literatura, tanto leída como escrita. En su trabajo poético no hace concesiones ni al lenguaje ni a la edulcorada vida del sainete político y publicitario. Tiene fama de quisquillosa, de buscapleitos. Contrincante temible de la frivolidad literaria, de artista autista para la realidad y de la cultura como emperio de relaciones públicas donde importa más la conexión que se tenga con los personeros culturales que con la obra en sí. Detesta el analfabetismo funcional de muchos poetas que confunden lirismo de hipermercado con manejo eficaz del lenguaje poético. Tampoco soporta todo ese juego de maricocracia y componenda de los escritores oficiales que promocionan a tanto poeta venial y de fin de semana. Teresa no se anda con dobles discursos ni con sutilezas a la hora de atacar y defenderse. Insulta, grita y llora demostrando que es un ser humano, con muchos defectos, pero que tiene la sensibilidad a ras de piel y un puñal de astros en su sangre. Mitos, rumores y verdades a medias se tejen en torno a una personalidad literaria compleja. No obstante, por encima de todo el roneo ensalivado/envilecido, hay que decirlo: la poesía de Teresa Coraspe es la materia pendiente de tanto poetastro séptico que minan los caminos. Su poesía es un catálogo pasionario de esa música cuchillo que vive sonando en el corazón y le abre oídos a los ojos que miran/oyen todo ese mundo de ruidos dramáticos a nuestro alrededor. "Soy la elegida de los desahuciados/ Su homónimo/ Representante legal/sin saber/ quien es el rey de este infierno/ ni por qué me seleccionaron/ para tanta nada." Visitar la casa de Teresa Coraspe es como entrar en un barco sumergido. Un largo corredor. Los cuartos están a la derecha. Al final la cocina. Dos mesas. En una comes, charlas o tomas café. En la otra se encuentra una vieja máquina de escribir portátil. Allí Teresa martillea la hojalata del lenguaje hasta darle la forma, el brillo y la belleza feroz deseada. La casa me resulta opaca, pero Teresa la ilumina con su plática a veces serena otras exaltada. Hay cuadros y afiches, que han perdido frescura, en todas las paredes. El techo está pintado de un rojo intenso. La biblioteca se encuentra en el último cuarto donde la luz también es negada. Hay una cama y sobre ella varios libros abiertos. Es una lectura compulsiva. Me asegura que lee varios libros al mismo tiempo. Y le creo porque yo a veces lo hago cuando hago algunas relecturas. Trato de indagar como llegó a la poesía y me explica que no tiene noción exacta como la poesía la eligió. Es incapaz de explicar la motivación que la impulsa a sentarse a la máquina y teclear sin parar. Comenzó escribiendo relatos. Luego poco a poco fue sintetizando al máximo su escritura hasta que el poema se convirtió en un hallazgo. "Por eso mi penúltima casa/ la cuido y acaricio porque es la morada de este cuerpo/ que un día dejará de ser/ Yo la miro largamente para darle vida/ y que palpite como una lámpara encendida a media noche/ una casa donde el sol se las ingenia para entrar/ y acurrucarse en silencio en todos sus rincones/ y llenarla de luz como un cáliz venido desde lejos" (fragmento del poema moradas). Le digo que a su casa le falta luz, color. A pesar de eso ella me dice que muchos poetas y escritores han recorrido sus estancias como Lubio Cardozo, Rafael Cadenas, Abraham Saloum Bitar, Adhely Rivero, Francisco Arévalo, Josefa Zambrano Espinosa, Horacio Cabrera Sifontes y muchos otros. Cuenta sobre las visitas de Cabrera Sifontes. Un día este le dijo, mientras hojeaba uno de sus libros, "como se te ocurre Teresa, llamarte poeta. Tú escribes muy poco, más bien lo que haces es desperdiciar el papel". Ha publicado varios libros: "La Fieras se dan golpes de pecho"(1975), "Vuelvo con mis huesos"(1978) "Vértice del círculo"(1987), "Tanta nada para tanto infierno", "Este silencio siempre" y su último libro inédito titulado "La casa sin puertas". "Soy una botella que habita el océano/ cada segundo giro/ en su ojo abismal". Teresa Coraspe sabe cual es su lugar en la poesía nacional. Ya no la mortifican los ninguneos y las demás marrullerías culturales para obviarla. Sigue escribiendo sin importarle otra cosa que el sonido de las palabras agrupadas en esa música callada que es el poema. Para molestarla le digo que todos los poetas son una nulidad y que algún motivo tendría Platón para desterrarlos de su República. Con serenidad me responde que al poeta se le teme por que es único capaz de encontrar ese esplendor musical de la vida. El poema es un destino y un desatino. Un exilio, una crítica y una pulsación que salva y vivifica. Las leyes de cualquier república, utópica o no, sólo buscan domesticar, encadenar al ser humano, mientras la poesía trata que todo tenga alas. "No es la soledad./ Tampoco este silencio./ Son todas las cosas como un dedo acusador./He optado por esconderme, no dejar rastro./Que nadie sepa que viví un tiempo en alguna parte./Que no tengo ojos ni lengua ni oídos./Que a nadie he visto ni he oído ni hablado jamás./Que mis pies están deformes de andar sin rumbo. De arrastrarme asida con los dientes a la tierra."(fragmento del poema Este silencio siempre). Le digo que ella junto con Lyda Franco Farías y Ana Enriqueta Terán son las poetas más importantes en la actualidad. Lo digo sin ironía. Son en realidad inigualables catedrales de la poesía funcional, viva, combativa y que dignifica el lenguaje a cada golpe de metáfora. Teresa Coraspe no hace literatura con su soledad ni caza mariposas sentimentaloides con la red de su poética, no es una entomóloga del lugar común ni de la metáfora trillada de estrellas o crepúsculos y todas esas cursilerías aprendidas en talleres poéticos. Su poesía se tutea con la vida. Atraviesa los espejos, estalla entro de los objetos, abre fisuras en el aire, llega a nuestras conciencias y nos hace pensar la poesía no como palabras colocadas en una columna, sino como en ese discurso que desequilibra la realidad cotidiana. Teresa es de ese país de las palabras que ablanda los relojes y endurece el tiempo, de ese país edificado de escrituras que realza la belleza de este país real donde amamos, odiamos, lloramos y en el que nos hacemos de oídos sordo a la música de la belleza. En ese país donde vamos perdiendo todo, pero en que encontramos siempre ese sabor inesperado/ desesperado que es la poesía. "Este canto tendrá fin cuando la mañana pase del brazo con la noche/ Piso descalza sobre el filo de un puñal".
Carlos Yusti
"La poesía es una vivencia sin método donde interactúa mucho la sensibilidad, la pasión".Teresa CoraspeUn buen número de escritores asumen, sin más, que su país en definitiva es el lenguaje. Con ello quizá desean dejar en claro esa particularidad de ser individuos que le conceden una importancia exagerada a las palabras y también, sin duda, para rechazar esos patriotismos exacerbados que conducen a la heterefobia; temor y odio ante los otros, los diferentes, los extraños, lo que vienen de otro lugar. Además para puntualizar esa condición de nómada que posee el escritor, viajero (a veces inmóvil) e incansable de varias lenguas y culturas. La patria, la provincia, el país la lleva en ese elástico, volátil y mágico equipaje de su escritura. Teresa Coraspe pertenece a ese país imprescindible y necesario de la palabra escrita. Su oficio más que la de poeta es de la resistencia por la literatura, tanto leída como escrita. En su trabajo poético no hace concesiones ni al lenguaje ni a la edulcorada vida del sainete político y publicitario. Tiene fama de quisquillosa, de buscapleitos. Contrincante temible de la frivolidad literaria, de artista autista para la realidad y de la cultura como emperio de relaciones públicas donde importa más la conexión que se tenga con los personeros culturales que con la obra en sí. Detesta el analfabetismo funcional de muchos poetas que confunden lirismo de hipermercado con manejo eficaz del lenguaje poético. Tampoco soporta todo ese juego de maricocracia y componenda de los escritores oficiales que promocionan a tanto poeta venial y de fin de semana. Teresa no se anda con dobles discursos ni con sutilezas a la hora de atacar y defenderse. Insulta, grita y llora demostrando que es un ser humano, con muchos defectos, pero que tiene la sensibilidad a ras de piel y un puñal de astros en su sangre. Mitos, rumores y verdades a medias se tejen en torno a una personalidad literaria compleja. No obstante, por encima de todo el roneo ensalivado/envilecido, hay que decirlo: la poesía de Teresa Coraspe es la materia pendiente de tanto poetastro séptico que minan los caminos. Su poesía es un catálogo pasionario de esa música cuchillo que vive sonando en el corazón y le abre oídos a los ojos que miran/oyen todo ese mundo de ruidos dramáticos a nuestro alrededor. "Soy la elegida de los desahuciados/ Su homónimo/ Representante legal/sin saber/ quien es el rey de este infierno/ ni por qué me seleccionaron/ para tanta nada." Visitar la casa de Teresa Coraspe es como entrar en un barco sumergido. Un largo corredor. Los cuartos están a la derecha. Al final la cocina. Dos mesas. En una comes, charlas o tomas café. En la otra se encuentra una vieja máquina de escribir portátil. Allí Teresa martillea la hojalata del lenguaje hasta darle la forma, el brillo y la belleza feroz deseada. La casa me resulta opaca, pero Teresa la ilumina con su plática a veces serena otras exaltada. Hay cuadros y afiches, que han perdido frescura, en todas las paredes. El techo está pintado de un rojo intenso. La biblioteca se encuentra en el último cuarto donde la luz también es negada. Hay una cama y sobre ella varios libros abiertos. Es una lectura compulsiva. Me asegura que lee varios libros al mismo tiempo. Y le creo porque yo a veces lo hago cuando hago algunas relecturas. Trato de indagar como llegó a la poesía y me explica que no tiene noción exacta como la poesía la eligió. Es incapaz de explicar la motivación que la impulsa a sentarse a la máquina y teclear sin parar. Comenzó escribiendo relatos. Luego poco a poco fue sintetizando al máximo su escritura hasta que el poema se convirtió en un hallazgo. "Por eso mi penúltima casa/ la cuido y acaricio porque es la morada de este cuerpo/ que un día dejará de ser/ Yo la miro largamente para darle vida/ y que palpite como una lámpara encendida a media noche/ una casa donde el sol se las ingenia para entrar/ y acurrucarse en silencio en todos sus rincones/ y llenarla de luz como un cáliz venido desde lejos" (fragmento del poema moradas). Le digo que a su casa le falta luz, color. A pesar de eso ella me dice que muchos poetas y escritores han recorrido sus estancias como Lubio Cardozo, Rafael Cadenas, Abraham Saloum Bitar, Adhely Rivero, Francisco Arévalo, Josefa Zambrano Espinosa, Horacio Cabrera Sifontes y muchos otros. Cuenta sobre las visitas de Cabrera Sifontes. Un día este le dijo, mientras hojeaba uno de sus libros, "como se te ocurre Teresa, llamarte poeta. Tú escribes muy poco, más bien lo que haces es desperdiciar el papel". Ha publicado varios libros: "La Fieras se dan golpes de pecho"(1975), "Vuelvo con mis huesos"(1978) "Vértice del círculo"(1987), "Tanta nada para tanto infierno", "Este silencio siempre" y su último libro inédito titulado "La casa sin puertas". "Soy una botella que habita el océano/ cada segundo giro/ en su ojo abismal". Teresa Coraspe sabe cual es su lugar en la poesía nacional. Ya no la mortifican los ninguneos y las demás marrullerías culturales para obviarla. Sigue escribiendo sin importarle otra cosa que el sonido de las palabras agrupadas en esa música callada que es el poema. Para molestarla le digo que todos los poetas son una nulidad y que algún motivo tendría Platón para desterrarlos de su República. Con serenidad me responde que al poeta se le teme por que es único capaz de encontrar ese esplendor musical de la vida. El poema es un destino y un desatino. Un exilio, una crítica y una pulsación que salva y vivifica. Las leyes de cualquier república, utópica o no, sólo buscan domesticar, encadenar al ser humano, mientras la poesía trata que todo tenga alas. "No es la soledad./ Tampoco este silencio./ Son todas las cosas como un dedo acusador./He optado por esconderme, no dejar rastro./Que nadie sepa que viví un tiempo en alguna parte./Que no tengo ojos ni lengua ni oídos./Que a nadie he visto ni he oído ni hablado jamás./Que mis pies están deformes de andar sin rumbo. De arrastrarme asida con los dientes a la tierra."(fragmento del poema Este silencio siempre). Le digo que ella junto con Lyda Franco Farías y Ana Enriqueta Terán son las poetas más importantes en la actualidad. Lo digo sin ironía. Son en realidad inigualables catedrales de la poesía funcional, viva, combativa y que dignifica el lenguaje a cada golpe de metáfora. Teresa Coraspe no hace literatura con su soledad ni caza mariposas sentimentaloides con la red de su poética, no es una entomóloga del lugar común ni de la metáfora trillada de estrellas o crepúsculos y todas esas cursilerías aprendidas en talleres poéticos. Su poesía se tutea con la vida. Atraviesa los espejos, estalla entro de los objetos, abre fisuras en el aire, llega a nuestras conciencias y nos hace pensar la poesía no como palabras colocadas en una columna, sino como en ese discurso que desequilibra la realidad cotidiana. Teresa es de ese país de las palabras que ablanda los relojes y endurece el tiempo, de ese país edificado de escrituras que realza la belleza de este país real donde amamos, odiamos, lloramos y en el que nos hacemos de oídos sordo a la música de la belleza. En ese país donde vamos perdiendo todo, pero en que encontramos siempre ese sabor inesperado/ desesperado que es la poesía. "Este canto tendrá fin cuando la mañana pase del brazo con la noche/ Piso descalza sobre el filo de un puñal".
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