Wednesday, September 24, 2008

Dos caras en la tradición marxista, Angel Américo Fernández C.



Dos caras en la tradición marxista: postal a J. Biardeau

por Angel Américo Fernández

lunes, 22 septiembre 2008


Los totalitarismos de los socialismos reales y su posterior descalabro se han tratado de explicar en resumen de dos modos: Una primera fórmula simplista que es casi un atajo consiste en atribuir ese aborto histórico a un mero asunto de desviación de las tesis de Marx o sencillamente una mala praxis de los actores revolucionarios. La segunda, ciertamente más complicada, implica un vuelo de reconocimiento sobre la empiria y luego un periplo de regreso para explorar de nuevo en la teoría marxista e indagar si en su interior, en su médula, se encuentran huellas o elementos no libertarios o incluso totalitarios. La idea más común de la primera tesis es que la debacle de los socialismos reales no tiene nada que ver con Marx, éste conserva toda su pureza y potencialidad teórica libertaria, sino con la mala aplicación, distorsión o aberración de los protagonistas de esos procesos. Obviamente, se pretende salvar la pureza de Marx, sustraerlo de los entuertos históricos socialistas y conservar con ello la posibilidad futura del marxismo seguramente empalmado con una suerte de socialismo superior aún no realizado.
Serias dudas se plantean ante semejante interpretación que efectúa una lectura de la cara o dimensión libertaria de Marx, pero pretende ocultar las formulaciones o planteamientos que son de un inexcusable tinte totalitario. Sostengo precisamente que en Marx se pueden encontrar dos caras: La primera, que llamaremos libertaria, expresada en la teleología de una sociedad de hombres libres; la segunda, que llamaremos opresiva-despótica se condensa en un conjunto de planteamientos, leyes, extrapolaciones y métodos de un sesgo claramente totalitario y que influye empresas teóricas posteriores como las de Lenín y Gramsci e incluso experiencias prácticas aplicadas en las sociedades totalitarias del socialismo burocrático.
En este trabajo me propongo mostrar la médula totalitaria del marxismo que parte del propio Marx, es decir, los elementos totalitarios que impregnan la teoría marxista, pese a los denodados esfuerzos por disiparlos que han hecho brillantes teóricos como los de la Escuela de Frankfurt.
A estas alturas cuando es ya mucha el agua que ha corrido bajo los puentes, cuando la sociedad del conocimiento deja averiada cuanta categoría marxiana ha circulado en el ambiente, es posible anudar cinco pilares capitales que configuran la impronta totalitaria de la tradición marxista.
1. La lucha de clases se lleva la bandera en la formulación marxiana, porque Marx no se contenta con constatar que ésta es el móvil de la historia, sino que va más lejos al situar en una revuelta del proletariado la palanca para barrer al capitalismo e iniciar la transición al socialismo. En textos como El Capital y el Manifiesto Comunista es notoria su proposición, la cual sería interesante contrastar con conceptos como lo público y lo político en otras matrices de pensamiento como el de Hanna Arendt por ejemplo. Un contraste como el propuesto revelaría que Marx aniquila los conceptos de “lo político”, “lo deliberativo” y “espacio publico” inherentes a la democracia.
2. La violencia como aceleradora del proceso histórico o la propuesta de la revolución social violenta está en las antípodas de cualquier espíritu de democracia mínima. Si esto no es de signo totalitario entonces ¿qué demonios es? Parece obvio que el método de la adopción de la violencia habita en Marx y pasa a Lenín y de allí se despliega en varios teóricos y prácticos revolucionarios y no cabe duda de que estas enseñanzas netamente marxianas tuvieron cristalización en las experiencias históricas del socialismo burocrático y sus respectivos aparatos de represión estalinistas. “La burguesía produce ante todo sus propios sepultureros” (La ideología alemana)… “Al esbozar las fases más generales del desarrollo proletario, hemos seguido a la guerra civil, más o menos latente en el seno de la sociedad actual, hasta el punto en que estalla en forma de revolución social abierta, y en el que el proletariado pone los cimientos de su dominio mediante el derrocamiento violento de la burguesía”. Si en este pasaje del manifiesto Comunista queda precisada la democracia de Marx de que habla Biardeau, no hay entonces democracia más parecida al totalitarismo.
3. En tercer lugar se ubica la propuesta de la dictadura del proletariado, la cual no es un invento de Lenín o Stalin sino de la cosecha teórica de Marx. Es una medida práctica o cierto método de la revolución para arribar al comunismo. Ésta dictadura se diferencia de otras, según la singular interpretación de Marx y sus exegetas, supuestamente por constituir una dictadura de las mayorías en contra de la burguesía y por ser una etapa de transición hacia el mundo de la felicidad total en el comunismo. El proletariado organizado en clase dominante actúa conforme al despotismo de las clases dominantes anteriores, pero en forma curiosa estaría investido por una suerte de moral universal, una universalidad en negativo, la universalidad de clase sufrida. ¿existe o ha existido alguna vez ese rasgo de universalidad del proletariado? Según algunos marxistas, esta etapa está plenamente justificada porque en ella los hombres guiados por una vanguardia de iluminados aprenderían a ser felices para vivir en el paraíso de la sociedad sin clases o comunista. Parece claro que estamos en la epifanía del totalitarismo, pues aquí se suprimen todas las diferencias, es la fase de aprendizaje y disciplinamiento hacia la felicidad terrenal sin fisuras, la ideología se convierte en absoluta y alcanza su coronación, ¡verbigracia! El propio pensamiento de Marx y el ideal comunista.
4. En Marx hay una impronta colectivista que aunque no es totalitaria per se, tiene un componente histórico asociado al organicismo social de la comunidad arcaica e incluso del Fascismo: el individuo como parte de un organismo. A partir de aquí cualquier explicación sobra, el individuo queda subsumido en la colectividad o en el Estado o sometido ante una categoría de iluminados que dicen encarnarlo. Este rasgo es advertido por un pensador de la talla de Norberto Bobbio. Incluso en una obra de la envergadura de El Capital es posible hallar de modo recurrente que si la producción capitalista es social, pero el modelo de apropiación es privado, la sociedad porvenir debe ser colectiva. La oposición binaria privado/colectivo forma una de las coordenadas centrales en la estructura de la obra de Marx. Las experiencias históricas antiguas y modernas dejan mal parada la impronta colectivista y desnudan sus ventanas expeditivas hacia el totalitarismo.
5. En El Capital es visible que el capitalismo funciona con base en una ley o principio motor interno que es la acumulación del capital y de ésta se desprende la proletarización creciente que conduce a la teoría del derrumbe del sistema. Esta ley que no es general sino específica del capitalismo, tiene que ser acompañada por un principio voluntarista expresado en la intervención consciente del proletariado a través de la revolución social proletaria que no puede ser sino violenta. Aquí se patentiza y cobra corporeidad la proposición de la lucha de clases.
He aquí una muestra de la dimensión o cara totalitaria del marxismo, un programa que parte del propio Marx, se incuba en Lenín y alcanza ciertas peculiaridades en otros autores como Gramsci y sus conceptos de bloque hegemónico y hegemonía cultural.
A uno le enseñaban que no había que meterse con las mujeres ni con los curas. Mi abuela decía que no había que meterse con los santos. Con Biardeau nos percatamos que no se puede uno meter con Marx. Marx es el santón de Biardeau. Ya sabemos que hay quien se cree poseedor de una artificiosa y sofisticada lupa para comprender a Marx. Yo no ando por allí declarando que soy el más competente intérprete de Marx. A mí que me pregunten más bien sobre los marxistas. Una buena pregunta sería ¿cuál es la actitud marxista? Y entonces podríamos hasta dar una receta: una primera de la lista sería que es un teórico con el cual es muy difícil discutir porque no sabemos si es leninista, gramsciano, lukacsiano o althusseriano. Pero la segunda sería que es un tipo de ideas muy libertarias, pero que no es extraño verlo entreverado y en feliz matrimonio con despotismos ilustrados o escatológicos actuando como justificador intelectual o incluso en plan colaboracionista en nombre de conceptos como socialismo o revolución.
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Profesor-Investigador en Epistemología y Filosofía