Friday, December 10, 2010

EL RECREO, relato de MERCIS MARTÍNEZ. (Cd. Bolívar-Venezuela)





El Recreo
Si hoy me peinara de esta forma lograría que me mirara. Hoy en mi lonchera llevo solamente un jugo y quiero dárselo. Al menos estaré cerquita, otra vez. Su cabello olía a leche condensada y era negro, negro. Me hacía cosquillas en la nariz, ella no se daba cuenta. Estaba distraída tomando el jugo. Estábamos sentados, era pleno recreo y todos corrían hacia todos lados. Jugaban gomita pero yo no iría esta vez. Aún le faltaba medio jugo. Cuando estaba sentada no se notaba la diferencia, pero cuando caminaba su cojera la notaba hasta el tuerto del bedel. Otra vez ese olor a leche condensada. Me había contado que venían de Ocumare de la Costa. Su papá dijo que no había bebido, pero entonces como no ver el camión de cerveza que venía de frente. De ese accidente solo su pierna y una cicatriz en la quijada. Y comenzaban a joder los chamos otra vez. No estaba enamorado, pero tampoco quería jugar gomita. O es que hay que tener más de nueve años para entender esa pendejada. Cuando me pongo molesto digo groserías, pero el olor a leche condensada no dejaba irme a agarrar a pelear. Sí, era bonita. Muy bonita, su pelo era negro, negro. Todo el cuarto grado me la había pasado junto a ella todos los recreos. Le regalaba uno de mis yukipak, mi mamá metía siempre dos por si le faltaba a alguien y a ella, siempre le faltaba. Como le faltaba un par de zapatos. El pie que no cojeaba lo tenía gastado. Qué digo, el zapato. Siempre le digo pie a los zapatos y ojos a los focos de los carros. Nada más por eso me llevaron al psicólogo. Temían fuera un retrasado. La doctora me regaló una chupeta y me dio un beso en la mejilla, luego de decirle a mamá que tenía un CI / 100. La alegría de mamá me hizo cederle la chupeta. El Yukipak dura tan sólo diez minutos mientras ella me revela cómo es que viven en el escalón cuatrocientos treinta y dos de El Cementerio. Se baja rapidito cuando los tiros vienen desde arriba. Pero subirlos cargando tobos llenos de agua es más complicado. Imagino. Qué tanto puede cargar esta firifiri, que se la lleva un estornudo. Mi peinado le gustará. No me gustó que riera con la gelatina que mi mamá había echado en mi cabello la semana pasada. Solo traigo un YuKipak, pero esta vez traje dos pitillos. CI/100. Ella no había hecho la fila esta mañana antes de cantar el himno. Era raro no verla. El tiro bajó desde diez escalones más arriba, se encajó en su espalda. Nos hicieron bajar a todos al patio y el minuto de silencio que pedían, se hizo larguísimo en mi pecho. Aún no deja espacio para algún ruido que no sea el sonido que hacía al sorber del pitillo el jugo de mi Yukipak.

2 comments:

teresa coraspe said...

A pesar del fondo trágico, hay frescura y espontaneidad para escribir, Mercis; esa forma de ser sencilla para la escritura, exponer lo que te motiva y sientes, es parte de la faena que debes realizar y ya lo estás haciendo. Sigue, Mercis, la ruta es larga, es la vida toda en el acto de expresar, del decir para darle vida al poema, al relato, al cuento, o la novela. Cada uno con lo que elige. Es grato haberlo publicado. De verdad. Teresa.

Cismet said...

Estimada Teresa,

Ciertamente ando-andando en el ejercicio de la escritura, camino "molto" exigente. Sé que es largo recorrido, desde acá no le veo finito. Sin embargo, espero en cada escrito, en cada palabra, ser consecuente con cada uno de mis sentidos, sin que estos subyuguen al dominio de la razón, pero que no pasen inadvertidos al dominio de la palabra. Gracias a ti por publicarlo, gracias a ti por tus palabras motivadoras. Buen cielo para ti.

M.M.