Monday, February 15, 2010

COMO TODO TIENE QUE VER CON TODO...



Fragmento de un largo trabajo hecho por varios comentaristas, entre ellos, ricardo Bada, sobre la vida y obra de Herta Müller, Premio Nobel de Literatura. Como están los tiempos hoy día, nada es extraño, en ningún país del mundo, ni tampoco en los que se autodenominan demócratas. Siempre anda un dictador suelto, copiando las torturas a que son sometidos otros ciudadanos del mundo, en otros países que, según ellos, son "libres". Si la libertad es oprimir y acallar, entonces ¿ cómo se denomina la escuela del terror? TC.



Ovidio desterrado por Augusto a los confines del imperio romano, terminó sus días en la antigua Dacia, hoy Rumania; en la desolación del exilio se engendraron sus Tristes y sus Pónticas: “Si miro el lugar, es un país odioso y no puede haber en todo el mundo ningún otro más triste; si miro a sus hombres, apenas si son personas dignas de este nombre y son más fieros y crueles que los lobos. No temen las leyes, sino que la justicia cede su lugar a la fuerza y el derecho yace vencido bajo la combativa espada.” “Sabía que estaba viva porque me dolía. Y como aún estaba viva, llegó el odio.” Herta Müller hurga en el basurero de su infancia; desde su óptica de niña busca la razón del fracaso. Remontándose al pasado encuentra una evidencia: sus padres la concibieron entre las lápidas de un cementerio, el desamor es el origen de su frialdad, la cruel herencia. La hija no deseada le dice a la madre no querida: “¿Por qué me preguntas la hora? Porque es lo único de lo que se puede hablar contigo.” Herta bucea en las heladas aguas donde crece la flor de la creatividad: esa niña es “la criatura del diablo” que sale de una casa en la que no hay más que adultos. Lleva en las manos tantos juguetes como puede cargar, tiene envidia de ver que los otros niños juegan mejor que ella, pero tiene miedo de quedarse sola, para defenderse no tiene más remedio que morder y arañar, convertirse en una bestia que ahuyenta a los niños y echa a perder los juegos que tan impaciente había esperado. Está más abandonada que cualquier cosa en el mundo, es fea, quiere regalar todos sus juguetes, llegar a casa antes de que la culpa pierda su frescura. “Eres demasiado tonta para jugar”, le dice su madre. Esa niña que quiere morir pero no muere, que sueña con verse muerta es Herta. “Se refugia en su cuarto cuando le entran ganas de llorar. Cierra la puerta, baja las persianas y enciende la luz, se coloca frente al espejo del lavabo. El sol no puede entrar, allí la autocompasión crece tres veces más. Cuando la niña ya no sabe cómo acabar el día se va a su habitación con la tijera. Se coloca ante el espejo, se corta el pelo. Por qué lo has hecho: porque no me soporto. ” En efecto, por eso escribe, para matar y congelar a sus recuerdos. “La felicidad nos devora la vida, se evapora en una olla de remolachas.” Herta Müller hace hincapié en el elevado precio que hay que pagar por la libertad: torturas, acosos, arrestos domiciliarios… si el costo de París fue una misa, bien valen tres pasaportes, cinco revolcones con el cura y otros pocos más con el policía, por fortuna al alcalde le interesa más la gula que la lujuria, y además se trata de un pueblo donde la burocracia no está tan entrampada. El fascismo, dice Juan Gelman, comienza en la intimidad de las relaciones humanas. “El dictador dormita en el corazón, como en tus novelas”, dice Paul a Adina en La piel del zorro, desliz que revela la verdadera identidad de que quien se había ocultado con las máscaras de sus personajes es Herta Müller. Esa niña que juega a ser adulta y quien quería bajarse del tren de la vida a recoger amapolas, que quería ser una muerta hermosa y a quien los sauces le habían dicho que era el pantano más hermoso del mundo, esa niña que se resiste a dormir y juega con otro niño de su edad: "Yo lo riño porque está borracho, porque no trae dinero a casa, porque es un gandul y un inútil, un granuja y putañero, un cabrón. Así es el juego, me divierto y es fácil jugar. No quiero dormirme, el sueño es muerte… Mi corazón palpita de miedo en su alegría. miedo de no poder seguir alegrándome, miedo de que el miedo y la alegría sean la misma cosa".
Tomado de ESCUELA DE LETRAS...

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