Wednesday, April 11, 2007

LOS ANIMALES DEL DIPUTADO TASCÓN

El Diputado Tascón es muy conocido por su célebre: "Lista de Tascón"; esa lista, elaborada para
chequear a todos los venezolanos que no votamos por el Presidente Chávez, le permitió al Gobierno, botar a muchos padres de familia de sus puestos laborales; buscaban en la lista y el que había firmado: ¡FUERA!; esa es la libertad de la que tanto se ufana el gobierno. Pero, no era esto lo que deseaba escribir, sino traer a los pocos lectores del blog, que ojalá fueran muchos, este asunto de "los animales", pero lea usted, lector y entenderá, si es que a ese señor de "listas y animales" puede entendérsele.
PD: Silvio Orta Cabrera fue el remitente del artículo, ese inolvidable Profesor de Castellano y Literatura en la Universidad de Oriente.


Fortunato González Cruz
Por la calle real

Por iniciativa del diputado tachirense Luís Tascón, la Asamblea Nacional sancionó en primera discusión y por unanimidad una ley que se titula: LEY PARA LA PROTECCIÓN DE LOS ANIMALES DOMÉSTICOS, DOMINADOS, SILVESTRES Y EXÓTICOS LIBRES Y EN CAUTIVERIO. A pesar de haber transferido su función legislativa al presidente, el otrora Parlamento ocupa su ocio en hacer ostentación de ignorancia al sancionar una ley que, como otras y otros actos de ese cuerpo, constituyen una muestra de la deteriorada salud institucional del país.

La Exposición de Motivos de esta ley se refiere a una declaración universal de los derechos del animal supuestamente emitida por la UNESCO y por la ONU, cuando los derechos son exclusivos de las personas. Ni los animales, ni las plantas, ni los objetos, ni la naturaleza, ni el ambiente tienen derechos. Pueden ser valores jurídicos como acertadamente los califica el Preámbulo de la Constitución venezolana, y algunos pueden y deben ser objeto de protección como cualquier otro ser vivo, muerto o inanimado, pero calificar de derechos y hacerlos semejantes a los derechos humanos constituye un alarde de ignorancia. No se puede entender cómo la Asamblea Nacional le atribuye a la UNESCO y a la ONU semejante barbaridad.

El texto de la ley es una colección de disparates, carece en absoluto de técnica legislativa, establece situaciones absurdas y ordena despropósitos de tal naturaleza que dudo que pase el examen de la Comisión de Ambiente, que seguramente debe caer en cuenta que se trata de una nueva lista Tascón, solo que ahora las víctimas somos todos los animales humanos, como nos califica.

El artículo 11 dispone que “Todos los animales nacen iguales ante la vida y tienen los mismos derechos a la existencia”. La Asamblea Nacional de Venezuela aprueba este texto en franca rebeldía contra las Academias Nacionales de la Lengua Española reunidas en esos mismos días en Cartagena de Indias. Puede ser que la Asamblea Nacional se refiera al derecho a nacer “ante la vida” para descartar los gusanos de los cadáveres que nacen “ante la muerte”. Y eso que todos nacen iguales dudo que los animales puedan abandonar las diferencias que impone su respectiva especie porque lo dispongan las leyes revolucionarias. ¿Todos los animales querrán ser mamíferos? No estoy seguro. En cuanto al derecho a la existencia, caerán en cuenta los lectores que se acabaron los sancochos de gallina y las fumigaciones contra los zancudos “patas blancas”.

El artículo 12 dispone “que todo animal tiene derecho a ser respetado” y ordena en el ordinal 1 “que el hombre, como especie animal, no puede atribuirse el derecho a examinar a los otros animales. Así mismo, tiene la obligación de poner sus conocimientos al servicio de los animales.” El artículo parte de la existencia de animales no humanos y animales humanos. Entonces, señores diputados, explíquenle a los animales de la especie humana, o humanos de la especie animal, ¿cómo puede, pongamos por caso, el diputado Luís Tascón, respetar a sus lombrices, a sus sabañones y a sus piojos? El ordinal 2 de este mismo artículo dice que todo animal tiene derecho a una alimentación acorde con su especie. Entonces ¿Las señoras lombrices, el señor sabañón y el señor piojo pueden considerarse en un restaurante cuando se están alimentando de la sangre del diputado? Y es el diputado, gracias a su iniciativa admitida y sancionada por la Asamblea Nacional, cocinero, mesonero y comida de sus distinguidos huéspedes. Además, tiene que darle asistencia médica en “aras de conservar su buena salud”. Como los animales humanos tenemos que poner nuestros conocimientos al servicio de los animales no humanos, cuando alguien se enferme tendrá pendiente no su derecho a la buena salud sino la de sus honorables huéspedes para que se mantengan rozagantes.

La Asamblea Nacional ha dispuesto que “si la muerte de un animal es necesaria, debe ser instantánea, indolora y no generadora de angustia”. La norma es por demás inédita y sumamente interesante. Distingue la Asamblea Nacional entre la muerte de los humanos que generalmente es, por obra de la delincuencia y de los órganos de seguridad ciudadana, lenta, con mucho dolor y generadora de angustia tanto a la víctima como a los familiares; por el contrario, los animales no humanos tienen derecho a morir en forma instantánea con lo cual nos eliminaron las morcillas que requieren el desangramiento del cochino, que no les duela supone el uso de algunas técnicas avanzadas de alguna nueva misión tecnológica o un motor revolucionario. Y en relación con la angustia podrían colocar una clínica psicológica en los mataderos, que supongo que no se denominarán de esa manera tan fúnebre.

También ordena esta ley que los animales tienen derecho a vivir y a crecer al ritmo propio de su especie, en particular este derecho asiste a los animales que “viven tradicionalmente en el entorno del hombre”. Los animales humanos no tenemos rollo porque podemos vivir al ritmo de Wolfgang Amadeus Mozart o al del Pastor López, pero como cada animal tiene derecho diferenciado a vivir y a crecer a un ritmo propio, tendrá la ley que decirnos qué ritmo le tendremos que poner a las señoras lombrices, a sus señores sabañones y a sus honorables piojos, que son animales que viven tradicionalmente en el entorno del hombre.

Como la ley dispone que los animales humanos poseedores de animales no humanos “tienen la obligación de tratarlos dignamente, humanitariamente y mantenerlos en buenas condiciones higiénicas”, es de suponer que el proponente, respetuoso de la ley que el mismo ha promovido, cuidará que su champú sea de los que recomiendan para el pelo de los piojos, las cremas hidratantes adecuadas para la piel de las niguas y, es de suponer que las lombrices oficiales se acostumbraron al Buchanan 18 años, que es el güisqui de la revolución. Tendrá cuidado de que el talco para la pecueca no moleste la tranquilidad de sus sabañones.

Y todo porque pitaron al diputado Luís Tascón en la plaza de toros de San Cristóbal. A propósito: ¿Qué hacía el diputado Tascón allí? ¿Supervisando el ritmo de los pasodobles?

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