Nina Reis (Brasil), y Roberto Bianchi (Uruguay), están trabajando en forma indetenible para llevar a buen término el 9º Encuentro Internacional Literario
aBrace que tendrá lugar del 17 al 24 de Febrero del 2008, en la ciudad de La Habana, Cuba. Se presentará el libro La Habana en Blanco y Negro que contará con 35 fotografías, textos, poemas y semblanzas bajo un marco de selección impecable y estarán presentes varios poetas de diferentes países que son Representantes y Corresponsales de este Movimiento Cultural que tiene como lema: Solidaridad entre creadores.
Nina, regala al lector sus poemas que forman parte del libro: TODAS LAS MANZAS DEL PARAÍSO, donde la mujer es el tema principal, como siempre lo es en su poesía; con una forma muy cuidada y el decir diáfano como el vuelo de las mariposas que circulan por su jardín poético. En este blog hay otra selección de poemas de Nina Reis que podrán encontrar revisando meses anteriores. Vamos a
escucharla. TC.
NACIMIENTO
Las mariposas giran en círculo en la pálida noche.
Las flores parecían dormir con los ojos abiertos.
Después del invierno
las crisálidas presas
y las margaritas hambrientas.
Llovió sobre las huellas del benteveo
que anunció el crepúsculo.
El sándalo determina su llegada.
Está hermosa la noche.
Apresurada olvidé las sábanas
cubrí la cama con hojas de canela.
Mi vientre creció como la luna llena.
Nadie me vio tejer, ni desear dátiles.
Mi alegría cargaba viento.
El mamboretá suplica en mi nombre
pues conoce el secreto.
Mi corazón estaba afiebrado y mi boca seca.
Un rayo me atravesó e hizo brotar una fuente.
Abrí mis piernas
escuché el gemido del río
que corría por debajo del puente.
Mil mariposas abrigué en mis brazos.
Estaba amaneciendo.
DANZA
Centenas de mariposas danzan
cautivas de mi sueño.
Otras tantas vinieron de las profundidades
del cielo y de las aguas.
En la alas moradas y duras traían a mis antepasados
que se mezclaban al eco de mi presencia.
Mi abuela llegó transparente y fría
trayendo en las manos sus manuscritos.
Precisa entender que nada es definitivo.
Centenas de mariposas danzan
con alegría y gozo vieron a mi padre
cuando atravesaba la puerta. Todo parece ausente.
Soy la heredera.
Me fue concedido reposar en su regazo.
Él me presentó como testigo y confía.
Centenas de mariposas danzan
crisálidas de mi sueño.
Piadoso es el aire que las alimenta
cuando el fuego les consume las entrañas
y la palabra es misterio.
Bendita luna honra a esta mujer
porque nadie sabe su nombre
sólo las mariposas que peregrinan y danzan
partiendo la noche en quimeras.
Las mariposas giran en círculo en la pálida noche.
Las flores parecían dormir con los ojos abiertos.
Después del invierno
las crisálidas presas
y las margaritas hambrientas.
Llovió sobre las huellas del benteveo
que anunció el crepúsculo.
El sándalo determina su llegada.
Está hermosa la noche.
Apresurada olvidé las sábanas
cubrí la cama con hojas de canela.
Mi vientre creció como la luna llena.
Nadie me vio tejer, ni desear dátiles.
Mi alegría cargaba viento.
El mamboretá suplica en mi nombre
pues conoce el secreto.
Mi corazón estaba afiebrado y mi boca seca.
Un rayo me atravesó e hizo brotar una fuente.
Abrí mis piernas
escuché el gemido del río
que corría por debajo del puente.
Mil mariposas abrigué en mis brazos.
Estaba amaneciendo.
DANZA
Centenas de mariposas danzan
cautivas de mi sueño.
Otras tantas vinieron de las profundidades
del cielo y de las aguas.
En la alas moradas y duras traían a mis antepasados
que se mezclaban al eco de mi presencia.
Mi abuela llegó transparente y fría
trayendo en las manos sus manuscritos.
Precisa entender que nada es definitivo.
Centenas de mariposas danzan
con alegría y gozo vieron a mi padre
cuando atravesaba la puerta. Todo parece ausente.
Soy la heredera.
Me fue concedido reposar en su regazo.
Él me presentó como testigo y confía.
Centenas de mariposas danzan
crisálidas de mi sueño.
Piadoso es el aire que las alimenta
cuando el fuego les consume las entrañas
y la palabra es misterio.
Bendita luna honra a esta mujer
porque nadie sabe su nombre
sólo las mariposas que peregrinan y danzan
partiendo la noche en quimeras.
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Un ejército de libélulas vigila la puerta.
Estoy callada
porque las palabras se disolvieron como polvo.
Antes yo era la esposa del profeta.
No me acostumbro a las rejas en las ventanas
ni al olor acre que arde en la piel.
Construí un abismo donde escondo mi última
sombra.
Cuando yo era pequeña
tenía miedo del cuco.
En la oscuridad, entonces
dormía entre las piernas de mi tía.
Hoy a mi lado duerme una luna poeta
cargada de sueños, imágenes y trovas
que comparto con otras lunas mujeres.
Las moscas son testigo del dolor
que dejo caminar en los pies de mis hijos.
Hace tiempo que no veo el arbol de la llama
con sus vainas maduras
no siento el perfume de Isis
ni hago el amor en una cama de romero
Estoy callada
porque las palabras se disolvieron como polvo.
Antes yo era la esposa del profeta.
No me acostumbro a las rejas en las ventanas
ni al olor acre que arde en la piel.
Construí un abismo donde escondo mi última
sombra.
Cuando yo era pequeña
tenía miedo del cuco.
En la oscuridad, entonces
dormía entre las piernas de mi tía.
Hoy a mi lado duerme una luna poeta
cargada de sueños, imágenes y trovas
que comparto con otras lunas mujeres.
Las moscas son testigo del dolor
que dejo caminar en los pies de mis hijos.
Hace tiempo que no veo el arbol de la llama
con sus vainas maduras
no siento el perfume de Isis
ni hago el amor en una cama de romero
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