Por Delfina Acosta (Enviado por la autora)
Son los poemas de Carlos Vitale, densos y deseosos de su propia sangre que lo alimenta. Es que la muerte se come a sí misma según las predicciones de los cipreses. Sus consideraciones sobre el mundo son muy peculiares. Nada existe en forma plena, rumorosa, brillante y sudorosa de vida. La vida, la existencia misma no es confiable, a pesar de sus formas, de su abundancia y de sus colores. “Feliz del que quiere creer y cree. Esta victoria es una trampa”. dice un verso suyo, que habla de un despertar amargo del mundo. El autor de El triunfo en la muerte ha escrito unos versos que para muchos podrían resultar extraños. Hay una teoría de mutilación que sustenta la obra. No importan las hermosas flores de los caminillos que llevan a una campiña ni el aroma de los capullos, ni los colores de un paisaje que flamean ante los ojos del vate. Él es un poeta que pone el ojo en el defecto, en el sufrimiento, en esa voz de la desesperanza, en la piedra que choca contra la piedra. Entra con claridad de conceptos en las ideas existenciales. O sea que tiene conocimiento de la muerte y de la vida, al confrontarlas muda, calladamente, mientras el mundo se desliza. Carlos Vitale piensa en cuanto dice, pues el hecho de pensar es su manera de existir dentro de las palabras. Sus versos explican su postura filosófica y existencial ante los seres humanos, a quienes observa, algunas veces, como desde un barco ebrio. Sin embargo, repito que el poeta sobre cuya obra hago este pequeño comentario es un observador acabado y rotundo. Del lado de la sombra y de la muerte también hay mucha belleza, pues respira el río aliento de lo desconocido, de lo irreparable al son de las campanas de un pueblo. Al menos eso nos lo demuestra, magistralmente, Carlos Vitale. El universo existe relativamente para él. ¿Pero el hombre? ¿Qué pasa con el hombre? ¿Es raya, figuración, fragmento de locura para este poeta y escritor? ¿Es un elemento más del cosmos? ¿Es un ser que se fatiga en la búsqueda de la alegría? El autor de Descortesía del suicida, una obra ampliamente conocida, nos acerca a través de un lenguaje maduro, bien elaborado, el triunfo de los versos en un libro que debe ser leído.
El autor agradece cualquier comentario: carlos.vitale@yahoo.es
Alguien lloraba en el Camposanto de Pisa.
Sin embargo, las tumbas vacías de los muertos
guardaban la escoria de los vivos.
La muerte siempre triunfa.
Silencio del Camposanto y fuera.
En alguna parte alguien llora.
BREVE RESEÑA DEL AUTOR:
Carlos Vitale nació en Buenos Aires en 1953. Es licenciado en Filología Hispánica y Filología Italiana. Entre otros libros, ha publicado Unidad de lugar (Editorial Candaya, Barcelona, 2004), Fuera de casa (Emboscall Editorial, Vic, 2004) y Descortesía del suicida (Editorial Candaya, Barcelona, 2008). Asimismo ha traducido numerosos libros de poetas italianos: Dino Campana, Eugenio Montale, Giuseppe Ungaretti, Umberto Saba, Sandro Penna, etc. Reside en Barcelona desde 1981.
14 de Agosto de 2010 22:15
ABC/ digital
14 de Agosto de 2010 22:15
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