Wednesday, November 29, 2006

Cruz María Salmerón Acosta.

MARÍA CRISTINA SOLAECHE.

03/01/1892 – 29-07-1929
Manicuare. Estado Sucre. Venezuela
“el poeta del martirio”, “el solitario de la cima de Manicuare”
“el poeta milagroso”, “el paradigma literario de Araya” “el Hijo Santo de Manicuare”, “el poeta de la resignación”

Cruz María Salmerón Acosta, fue un torturado poeta víctima del mal de Hansen (la lepra), dolencia que lo consumió desde su plena juventud hasta los 38 años de edad, cuando murió.

Nació en las áridas y salinas costas cumanesas del oriente venezolano, el 3 de Enero de 1892, en Manicuare, prolongación de Araya, a orillas del Golfo de Cariaco, desde donde se divisa Cumaná, la capital del Estado Sucre. Un pueblo muy pobre, colmado de soledad, pescado y sal; en una época de guerras internas, de autoritarismo institucionalizado, durante el Gobierno de Juan Vicente Gómez. Allí transcurre su infancia, siempre a la orilla del agua o mar adentro, entre botes, peces y atarrayas. Porque fue eso, un niño y adolescente sembrado en el mar y un hombre a quien le naufragó el mar en la sangre.

“Manicuare es un puñado de mar, un puñado de gente y un puñado de tierra” (Poeta Víctor Salazar).

Desde su niñez, Cruz María se adueña del afecto de su pueblo, que lo supo comprender en sus juegos de trucos a los que era tan aficionado, sus parrandas decembrinas y sus poesías. De boca de Mano Catire, folklórico personaje de Manicuare, escucha cuentos, leyendas y canciones que aprenderá y cantará en las fiestas de Cruz de Mayo.

Con el aporte familiar, estudia sus primeras letras con las maestras Carlota y Petra González y después, en la Escuela de Pedro Luis Camejo en Toporo, calle de Cumaná, hoy conocida como: “calle de los telares”, “calle Cantaura” o “calle Cedeño”, y los últimos grados, los cursa en el Colegio Nacional de Cumaná , muy lejos de su natal Manicuare ( hoy día, a dos horas de un insoportable periplo terrestre), logrando culminar la primaria a los 12 años en 1904.

Los estudios secundarios los realiza en el Liceo Federal a cargo de Silverio González (hoy Liceo “Antonio José de Sucre”), obteniendo el título de bachiller en 1910 a los 18 años de edad.

El mismo año 1910, ingresa a cursar Ciencias Políticas en la Universidad Central de Venezuela y en 1911 a los 19 años, escribe su primer poema, cargado de gran intuición y fuerte premonición:

“Cielo y Mar”

“… y pienso con oscuro pesimismo / que mi ilusión está sobre un abismo / y cerca de otro abismo // mi esperanza.”

“Cielo y Mar”, lo dedica a su inseparable amigo el que será, el insigne poeta José Antonio Ramos Sucre, paisano, contemporáneo, condiscípulo y compañero en la poesía y la tragedia. De esta época, es la única fotografía que dejó Cruz Salmerón, la de un joven muy bien parecido, de facciones fuertes y abundante cabellera oscura.

Su amor será Conchita Bruzual Serra, una mujer nativa de Cumaná, a la que él llamaba “Cordera”, y para ella, son la mayoría de sus emocionados poemas.

“Mirándonos”

“ Porque cuando me miras y te miro / sale volando tu alma en un suspiro / y embriagada de amor cae en la mía.”

Fue colaborador en publicaciones como: Satiricón, La U, Claros del Alba, Elite y Renacimiento en Cumaná; El Universal y El Nuevo Diario en Caracas y “Broche de Oro” en colaboración con José AntonioRamos Sucre.

En 1912, a los 20 años de edad, estudiando el segundo año de la carrera, comienza a sentir dolencias en los brazos y adormecimiento en las manos, acude a los médicos Felipe Guevara Rojas, para la época, Rector de la Universidad Central de Venezuela, y a Juan Iturbe, quienes lo examinan detenidamente. El diagnóstico es fatal, crudo, doloroso, el poeta había contraído el que la Biblia llama “inmundo mal”, “el mal de los malditos”, la lepra, el mal de Hansen, y ser leproso, era exponerse al asco y al desprecio, a que su propio pueblo lo execrara con muecas de repugnancia y terror al contagio.

Le aconsejaron los doctores que regresara rápidamente a su tierra y se escondiera, antes que las autoridades sanitarias lo aislaran forzosamente condenándolo al Degredo, isla del lago de Valencia, donde funcionaba un hospital para enfermos contagiosos y un penitenciario, Según testimonio de su amigo Dionisio López Orihuela, Cruz Salmerón no se rindió inmediatamente, siguió estudiando y así, completó dos años de la carrera, hasta 1913, cuando cursando el tercer año, el dictador Juan Vicente Gómez clausura la universidad y el poeta regresa a su pueblo. El abanico de la tragedia se había desplegado en su vida, una hermana Encarnación, muere al siguiente día de su regreso, su hermano Antoñico es asesinado por un jefe civil del pueblo, y el poeta que aún no mostraba los estragos de la enfermedad, afrenta esta muerte y es encarcelado, al año lo sacan de prisión para que no contagie a los demás presos, considerando, que su muerte sería cosa de breve tiempo. Pero, aún le quedarían 15 años, los más penosos de su existencia.

Su aislamiento voluntario será en Manicuare, en una playa desolada, que encontramos después de atravesar las Salinas de Araya, donde la historia mira al mar desde lo alto con la misma lejanía que elige el pescador para divisar el cardumen:

“Un hombre atrapado en una maldición con el océano infinito

y libre al frente” (Ramón Alberto Escalante).


Allí se refugia el poeta; en una casita construida especialmente para él, sobre una pequeña colina a la orilla de su mar. Una casita-reclusorio, de un solo cuarto, con una sencilla cama individual y una tina de cemento para que se bañe cuando la invalidez ya no le permita hacerlo en su océano.

XIII

“Ayer pinté la puerta de mi casa

de azul la ventana también

sólo tengo mi cama

una pequeña mesa y una silla

no quiero muebles

donde pueda sentarse la tragedia”


(“Regreso a Manicuare” Julieta León)

Será el lugar de destierro físico y espiritual (hoy, la casa es conservada con esmero por los jóvenes del Centro Cultural Cruz Salmerón Acosta y un Museo en el lugar donde sus padres vivieron, un Liceo, además, una Biblioteca, una Parroquia, un Municipio y unas canciones de Alí Primera … llevan su nombre.

“La canción de Salmerón
el que la vida cambió
por un día de lluvia
porque su pueblo moría de sol.”



(“Canción cumanesa”, Alí Primera)


El poeta “logra” pese a sus enormes sufrimientos físicos, a su brutal aislamiento, a su dolorosa y agobiante soledad, resignarse y afrontar con conformidad su realidad, glorificando en vida la desintegración del cuerpo, cincelando el patrimonio de la muerte como una lápida en sus poemas.

En 1923, cuando Cruz María tiene 21 años, otro poeta cumanés, Andrés Eloy Blanco, regresa triunfal a Venezuela con su “Canto a España”, entrando al Golfo de Cariaco en un buque que lo trae desde Madrid. Cruz Salmerón, desde su aislada ribera, le declama en voz alta su poema “Bienvenida” y se lo envía con un pescador de la localidad.

“… Desde mi sombrío y eterno retiro
esta tarde, el buque donde viajas, miro,
y sufro mirándote ante mi pasar,
pues quiero y no logro dar unas palmadas
con mis dolorosas manos mutiladas
que ya ni la pluma pueden empuñar…”

Mas no es un solitario generacional, es, un admirador ferviente de la poesía medieval, de la renacentista castellana y del poeta nicaragüense Rubén Darío. Por ello, es de esperarse que su creación literaria, no posea las características determinantes del movimiento Modernista que ya se iniciaba en Venezuela, tales como renovación métrica, léxico de efecto exotista, referencias a culturas lejanas, neologismos y la maravillosa orfebrería de la metáfora.

Su poesía se enmarca en la etapa de La Transición, del Clásico a La Modernidad en Venezuela. Sencillez con dimensión mística de la palabra, recreando la belleza sonora de antiguas tradiciones rítmicas en el verso, la religiosidad y el imaginario medieval; ingenuidad, candidez, el hipérbaton tan característico de los períodos cortesanos de la literatura española del siglo XV y del Barroco, que trastrueca el “orden normal de la frase”, los encabalgamientos frecuentes, cortando la frase final inacabada de un verso y continuándola en el siguiente , herencias del medioevo y del clasicismo renacentista. Predominio de conceptos como tormento, esperanza, amor, pesimismo y muerte, que lo acercan tardíamente con el Romanticismo venezolano, siempre con la búsqueda religiosa como centro. Un dolor sin agresividad, sin ironía, sin sarcasmo, sin desconfianza, sin rebeldía y sin reproche, que asoma a los prerrafaelistas y nos recuerda este anónimo español del S. XVI:

“No me mueve mi Dios, para quererte / El cielo que me tienes prometido / Ni me mueve el infierno tan temido / Para dejar por eso de ofenderte (…) No me tienes que dar porque te quiera: / Pues aunque lo que espero no esperara, / Lo mismo que te quiero te quisiera.”

La sencillez de sus epítetos: “claro cielo”, “dulce madre”, “tierna mujer” “fresca hierba”, “divina belleza” , “oscura noche”, “blanca luna”, “rosados sonrojos, “verde añoranza”… expresados en su elemental contingencia desvinculada del contingente, convertidos en imágenes místicas, que lo identificarán con la tradición del cancionero renacentista y su herencia medieval, en un deseo de entregarse a la “suprema voluntad”. Ráfagas de idealismo, sobrevuelan en ruiseñores, alondras, cisnes,… aves muy difícilmente vistos en Manicuare, en búsqueda de la divinidad, compartiendo con Rubén Darío sus solitarios árboles, su océano, su colina,… revistiéndolos de su animosidad espiritual interior.

“Desolación Espiritual”
“…Quiero caminar a tanta poesía / Que habla a los ojos y a la mente encanta, / Pero la alondra de la musa mía / Aún sin querer solloza cuando canta…”

Para el “solitario de la cima de Manicuare”, la esencia, la fuente secreta de vida, el Grial, está en la mirada de la amada, y cuando para ella escribe, es un rezo para invocarla. La mujer, dulce, inspiradora de ensueños, su corazón como emblema de sentimientos, su mirada …

“Mirada Fatal”

“Miróme ayer una mujer hermosa / Y su presencia me causó tortura / …

Y hoy tengo el corazón más adolorido / De vivir vanamente deseando / Sufrir de nuevo la mortal tortura, / De ser visto otra vez por la hermosura / Que con mirarme ayer me dejó herido / y con mirarme hoy, me está matando.”

Escribir poesía para Cruz María Salmerón Acosta, es orar, arrodillarse, pedir perdón, anhelar amor, dejar de preguntarse el por qué, hallarse entre los muertos cuyas voces retumban entre las piedras, el papel y la orilla del mar.

Su obra cumbre, el soneto:

“AZUL”

Azul de aquella cumbre tan lejana
hacia la cual mi pensamiento vuela,
bajo la paz azul de la mañana,
¡color que tantas cosas me revela!

Azul que del azul del cielo emana,
y azul de esta gran mar que me
consuela,
mientras diviso en él la ilusión vana
de la visión del ala de una vela.

Azul de los paisajes abrileños,
triste azul de los líricos ensueños,
que no calman los íntimos hastíos.

Sólo me angustias cuando sufro
antojos
de besar el azul de aquellos ojos
que nunca más contemplarán los
míos.

No hay cabida para el tiempo vertiginoso, el espacio limitante, las desazones de la pasión, es el aquí, sin cuestionamientos complejos y el allí, el más allá; es la vida-no vida, y la muerte-no muerte. Apostar a abandonar la materia yaciendo en el templo del cuerpo.

Y…Cruz Salmerón yace, siempre yace en su templo interior, entre ritos medievales y ritmos pre-renacentistas, envolviendo su limitado mundo con mirada agónica, su idealismo con evasión, en la búsqueda de una imagen única de la divinidad.

VI

“Mi calvario es azul

como mi muerte”
VIII

“Mi calvario es azul ( …)
como la mar profunda
como la bóveda del cielo (…)
mi calvario es azul
como la orilla
por donde corro y me derribo grito me enajeno (…)”

(“Regreso a Manicuare” Julieta León)

Durante el mes de Julio de 1929, Manicuare sufre los estragos de una fuerte sequía, el ardiente sol castiga las polvorientas casas, las arenosas calles, los árboles y sus pájaros. Los hombres y las mujeres desesperan acosados por la falta de agua, el poeta en su agonía les dice:

“…no se vayan nunca de este pueblo, / no blasfemen, no renieguen de Dios, / mañana cuando llegue al cielo / le voy a mandar bastante agua.”

Y de repente, escribe, desgarrando por primera vez en sus versos, toda la dignidad de su rebeldía contenida, asfixiada por la enfermedad y su mística resignación:

“El poeta lacerado”

Soy hombre porque soy libre, / Y soy libre porque he decidido / Someterme al rigor de un dolor / interminable. “

(he decidido… yo he decidido….)

El 29 de Julio de 1929, en Manicuare, Cruz María Salmerón Acosta, se confundió con aquel al que tantas veces le cantara… y… ese día…llovió en Manicuare, el recuerdo de aquella lluvia, aún permanece en la tierra, en los ancianos y en quienes anhelan preservar la memoria de este poeta.

Una recopilación de sus sonetos “Fuente de Amargura” se publicó por primera vez en 1952, por LAV (Línea Aeropostal Venezolana) y por la “Sociedad Damas Azules Cruz Salmerón Acosta”; en 1967 por la Colección Cultural de la Cámara de Diputados de Caracas y por el Congreso de la República; “Azul de Manicuare”, por Larrazábal Henríquez Oswaldo, Caracas, Colección AVANCE Nº 33, U.C.V. 1971; ******* el Concejo Municipal del Distrito Federal en 1972, en 1980 por la Biblioteca de Autores Sucrenses y Temas de Cumaná. En 1993 Monte Ávila Editores Latinoamericana C.A., publica “Vida somera: cantos al mar, al amor y a la muerte de Cruz Salmerón Acosta” por Fernando Paz Castillo; “Regreso a Manicuare” por Julieta León (inédito).

Instituto de Investigaciones Literarias, Facultad de Humanidades y Educación, UCV,1991-1992.
Para 4/18/02 los trabajos de investigación de esta edición son: “El poeta de Manicuare: signo popular de identidad estética”, Pilar Almoina de Carrera / “Cruz María Salmerón Acosta: regresar una vez más a Manicuare”, Osvaldo Larrazábal H.

A partir de esa fecha, su obra, se ha seguido publicando por diferentes autores y entidades culturales.
En 1984, se filmó en Venezuela la película sobre su vida “La casa de agua”, del director caroreño Jacobo Penzo, Premio Nacional del Cine Venezolano.(Siguen otros
trabajos sobre el poeta)


PÁGINA SUELTA.
Oye viajero: si alguna vez vienes a Venezuela, no dejes de pasar por el Oriente, por
ahí está Manicuare, azul como siempre;aún se siente la tranquilidad y la nostalgia de ese lugar que guarda los latidos del martirio de un poeta; un ser humano que se fue cayendo a pedazos, y que sólo tuvo al mar como testigo de sus más caros sentimientos, y ese cielo que se pierde entre las olas lejanas de una mar que tanto lo acompañó. Hace cuatro años visité el lugar, fue durante un Congreso de Escritores con motivo del Premio y Bienal "J.A. Ramos Sucre", no dudé en buscar
un barquito de los que realizan viajes de Cumaná a Manicuare y visité el Museo en homenaje al poeta del Azul como se le conoce; ahí el sitio del baño, cemento sólido la bañera, quizás para preservar la limpieza del cuidado diario del enfermo; esto me impresionó: era lúgubre, sombrío como la soledad y se siente como que no existe respiro en ese lugar, tan quieto; apacible como la lejanía, siempre presente detrás de las montañas que se miran desde todos los ángulos posibles. Uno regresa con el alma sumergida en una paz extraña, con ese olor a sales y aguas y ese temblor de peces a la orilla. Sólo 15 minutos de tierra firme a Manicuare; vale la pena acompañar al poeta, que murió de tan solo, que se fue de tan solo y se quedó para siempre.
Teresa Coraspe.

2 comments:

jessarmi said...

Hola Teresa, disculpa que use tu blog para algo un poco diferente. Mi abuelo Manuel María Rodríguez Acosta(fallecido hace más de veinte años) quien era natural de Cariaco, estado Sucre, me dijo en una ocasión que éramos parientes del poeta Cruz Salmerón Acosta. Estoy en búsqueda de información que me permita establecer el nexo. Agradecería grandemente si tú o alguien que tú conozcas tiene información acerca de la ascendencia o descendencia (sé que el poeta no tuvo hijos)de Cruz Salmerón Acosta. Gracias por la atención que prestes a esta nota. Mi e-mail es jessarmi@yahoo.com

Atte.
Miguel Fernando Rodríguez Sánchez

Maro said...

estuve en la casa del poeta...fue delicioso...triste y sublime leer los versos en su propio cuarto. La alegria de sus ultimos años por la gente de ese pueblo que nunca lo abandono..hasta sus ultimos momentos lo "SECUESTRABAN" para ir a jugar gallos o a alguna fiesta del pueblo...nunca lo abandonaron