Oda al amor, de María Mercedes Carranza
(Colombia 1945-2003).
En el primer verso la poeta se habla a sí misma, una conversación interna cuando dice: “una tarde que ya nunca olvidarás”. Es ella la que nunca olvidará. El segundo verso es cuando él llega a casa y se “sienta a la mesa”, ese día quedó para el recuerdo por eso no se olvida. El espacio que ocupará de ahí en adelante marca todo, y están sus huellas por cada rincón de la habitación que comparten. Lo cotidiano va conformándose a la medida de una presencia: el uno, el otro. Existe en el poema un decir acerca de lo que fue un universo de vida compartida ¿así será el amor? Y todo comenzó a girar en una sola dirección: él. Pero un día, ese que “desbarató tu casa y habitó tus cosas…” se marcha y sin despedirse, sólo se va. Y como al principio se vuelve hablar a sí misma cuando expresa:
“cualquier tarde que ya nunca olvidarás…”
Para llegar a un final donde todo se ¿borra?, ¿aunque se rompan los retratos?
Y concluir:
“barrerlo todo y seguir viviendo”, pero no, ella no vivió, se marchó, se fue hacia el azul inmenso, sólo eso y nada más, un día del año dos mil tres…como decir ahora.
Estas palabras sobre María Mercedes Carranza llegaron porque sí: su padre, Eduardo Carranza poeta grande de Colombia era muy conocido en Venezuela. Sus poemas formaron parte de las conversaciones literarias en la casa de Jesús Soto, junto al poeta Luis Pastori (Venezuela) y León de Greiff, (Colombia) este último falleció el 1976 y memorizaba poemas del poeta Carranza y contaba anécdotas interesantes de la vida literaria colombiana. Yo escuchaba en silencio, porque apenas comenzaba a publicar mis primeros versos en la prensa y esperaba la salida de mi primer libro:
Las Fieras se dan golpes de pecho (1975).
Hoy el recuerdo se me devolvió con el poema de María Mercedes que me trajo toda la nostalgia del mundo: un decir impecable, sereno, digno de una gran poeta, y así como esos muebles se reacomodaron tras la ausencia, a veces uno tiene que reacomodarse la vida para que no se le devuelva.
Gracias a la lectura de Arquitrave que dirige Harold Alvarado Tenorio, se me vino el recuerdo, así como se avecina en la lectura de “A la búsqueda del tiempo perdido”, de Marcel Proust.
Teresa coraspe
(Colombia 1945-2003).
En el primer verso la poeta se habla a sí misma, una conversación interna cuando dice: “una tarde que ya nunca olvidarás”. Es ella la que nunca olvidará. El segundo verso es cuando él llega a casa y se “sienta a la mesa”, ese día quedó para el recuerdo por eso no se olvida. El espacio que ocupará de ahí en adelante marca todo, y están sus huellas por cada rincón de la habitación que comparten. Lo cotidiano va conformándose a la medida de una presencia: el uno, el otro. Existe en el poema un decir acerca de lo que fue un universo de vida compartida ¿así será el amor? Y todo comenzó a girar en una sola dirección: él. Pero un día, ese que “desbarató tu casa y habitó tus cosas…” se marcha y sin despedirse, sólo se va. Y como al principio se vuelve hablar a sí misma cuando expresa:
“cualquier tarde que ya nunca olvidarás…”
Para llegar a un final donde todo se ¿borra?, ¿aunque se rompan los retratos?
Y concluir:
“barrerlo todo y seguir viviendo”, pero no, ella no vivió, se marchó, se fue hacia el azul inmenso, sólo eso y nada más, un día del año dos mil tres…como decir ahora.
Estas palabras sobre María Mercedes Carranza llegaron porque sí: su padre, Eduardo Carranza poeta grande de Colombia era muy conocido en Venezuela. Sus poemas formaron parte de las conversaciones literarias en la casa de Jesús Soto, junto al poeta Luis Pastori (Venezuela) y León de Greiff, (Colombia) este último falleció el 1976 y memorizaba poemas del poeta Carranza y contaba anécdotas interesantes de la vida literaria colombiana. Yo escuchaba en silencio, porque apenas comenzaba a publicar mis primeros versos en la prensa y esperaba la salida de mi primer libro:
Las Fieras se dan golpes de pecho (1975).
Hoy el recuerdo se me devolvió con el poema de María Mercedes que me trajo toda la nostalgia del mundo: un decir impecable, sereno, digno de una gran poeta, y así como esos muebles se reacomodaron tras la ausencia, a veces uno tiene que reacomodarse la vida para que no se le devuelva.
Gracias a la lectura de Arquitrave que dirige Harold Alvarado Tenorio, se me vino el recuerdo, así como se avecina en la lectura de “A la búsqueda del tiempo perdido”, de Marcel Proust.
Teresa coraspe
FOTO AFICHE DEL MUSEO DE ARTE MODERNO "JESÚS SOTO", FUNDACIÓN CREADA POR EL MAESTRO SOTO EN CIUDAD BOLÍVAR, SU CIUDAD NATAL Y ORGULLO DE VENEZUELA , CON OBRAS DE ARTISTAS NACIONALES E INTERNACIONALES. EL DISEÑO FUE OBRA DEL ARQUITECTO CARLOS RAÚL VILLANUEVA. (Información en Google).
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