I
Si vas a Itaca salúdame al amor
que el destino me obligó
a dejar entre sus muros.
-Su padre y el fiscal
desean verme tras las rejas-
Era dulce y tan lozana
como la virginal fruta
que se toma del manzano
el primer día después de lluvia..
Pero sí te decides a ir
nunca recorras la ciudad
durante la ambrosía carnavalesca.
Cuídate de los evangelistas,
los proxenetas, y ten cuidado
con las calles porque las putas
en sus amorosos recorridos
se orinan hasta en los techos.
Salúdame con un beso
al ama de llaves del alcalde:
sació mi hambre carnal
cuando era para todos
sólo un marinero forajido
llegado desde un remoto puerto.
No le digas ni al sacristán
ni al barbero dónde vivo
porque antes de escapar
esa trágica noche
al primero le arranqué una oreja
y al segundo le robé dinero....
II
Al regresar al apartamento,
abro la puerta
y encuentro el reloj
invernando en la pared
y tres panes resecos
sobre la vieja mesa
de la cocina.
Las ropas dispersas
entre la habitación
y la biblioteca.
El olor a lavanda
y las manchas de jabón
adosadas a la bañera.
Releo el triste obituario
del Sunday Daily
de dos semanas antes
colgando de la puerta
del congelador
y tu dolor perenne
me sigue a cualquier parte
y ya no soy un hombre
soy un fantasma,
el reminiscente pasado
donde se esconden tus ojos.
Daniel Montoly (Rep. Dominicana)
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