ADRIANA VILLANUEVA, DESDE "El NACIONAL"
adrianavillanueva@cantv.net
(Enviado por Francisco Alarcón)
E l viernes 11 de mayo la mezzanina del Centro Comercial Chacaíto amaneció
desolada.La mariposa amarilla que servía de guía a los clientes de la librería Macondo, había volado.Con ella desapareció uno de los rincones literarios esenciales de la ciudad.Subir las escaleras que llevaban a Macondo era como llegar a la casa de un viejo amigo, sabíamos que Pedro Pérez nos estaría esperando con un guayoyo y algún buen libro que le acabara de llegar.Pero a Macondo no sólo íbamos a buscar qué había de nuevo para leer, sino también a oír a Armando Rojas Guardia disertar sobre el Quijote, a recitales de poesía, al bautizo del libro de un novel escritor, o a buscar esa novela de un autor venezolano que no se conseguía en ningún lado.El cierre de Macondo no sorprende, en las mejores librerías, aquellas que funcionan con libreros en vez de computadoras, se siente la recesión literaria ante el control de cambios y los elevados precios de los libros importados. Macondo, tan escondida, llevaba las de perder teniendo como vecinas otras dos excelentes librerías como son Lectura y la nuevaAlejandría.Echándole sal a la herida, los asiduos a la librería Monte Ávila del TeatroTeresa Carreño recibimos el sábado 12 de mayo un correo electrónico de ÁngelGarcía, y en lugar de anunciar las novedades del mes, como el buen librero nos tenía acostumbrados, nos dio la mala noticia de que tras casi 14 años sirviendo de "lugar de encuentro de escritores, artistas, profesores,estudiantes y lectores en general", la librería "del Teresa" cerró sus puertas.Tampoco sorprende el fin de la Monte Ávila, o el eufemismo de Carlos Noguera de su "transferencia" en parte de la red de librerías estatales, porque la librería manejada por Ángel García no sólo era hermosa, sino también un oasis en el rojorojismo que se adueñó del que hasta hace algunos años fue el principal centro cultural de todos los venezolanos.Ángel había logrado la hazaña que al entrar en la librería "del Teresa" se dejara la política de lado. Pero está visto que en el socialismo del sigloXXI eso es imposible: así la sala Ríos Reyna pasó de ser escenario natural de la buena música, la danza y artistas de la talla de Soledad Bravo y MaríaTeresa Chacín, a priorizarse como plataforma del proselitismo chavista; la tienda del teatro se convirtió en "Trabajadores de la cultura con Chávez", y la de la Cinemateca se redujo a una hilera de películas.Con el cierre de la librería Monte Ávila el Gobierno termina de quitarle el esmalte al Teresa Carreño de centro cultural para revelar sin pudor su uniforme de pensamiento único: patria, socialismo o muerte.
Título de entrada de TC.
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