Es para decirle que aún está, que se queda y se ha quedado desde siempre; que
no por despedirse ella se ha ido; las huellas las dejó marcadas en el latir de la
palabra, la que dice o se queda guardada en el silencio. Ella aún está diciéndonos, quedo y lentamente desde su voz que:
De algo vive el alma, de algo semejante a ese oleaje de por sí
igual al de la tierra.
De algo vive el amor si el amor es simiente primaria de ribera
que aguarda.
De algo vivimos cuando nos preguntamos y es la espada lo que
nos queda, y es el amor quien la mira siguiéndole su borde
hasta el fin.
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Hallazgo el del amor si descubre la crueldad.
Quietud la suya al contemplar como si jamás hubiera visto el
rajón del disparo, o le hubieran arrancado el último cercano
esplendor.
El amor que acecha la astucia es el único capaz de vivir en el
campo inagotable de las sorpresas.
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Humilde la semilla que brota de la tierra y siembra su
propia copa de árbol.
Humilde el hombre al descubrir dentro de sí un principio
semejante al del sol, al del agua, al de la estrella.
Humilde la palabra del poeta al irse hacia los espacios sin saber
si habrá de perderse dentro de los rostros, o si la acogerá aún
aquel desprovisto de palabra, amor y compañía...
(Fragmentos al azar )
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