Teresa Coraspe y el Vértice del Círculo
Similar a la enigmática esfera pascaliana; cuyo centro está en todas partes y cuya circunferencia en ninguna: así es el Vértice del círculo de la escritora anzoatiguense Teresa Coraspe. Se trata de uno de los primeros libros publicados por la escritora a finales de la década de los ochenta bajo los auspicios de la Gobernación del Estado Bolívar. La edición que tengo en mis manos es una edición escandalosamente sobria y diría más bien que discreta. Con una llamativa portada de Freddy Carreño que nos obsequia a los lectores un motivo de inequívoca impronta cinética. Leyendo este tercer libro de la escritora puedo darme cuenta de un aspecto sumamente importante en el programa poético de Coraspe en el cual no había reparado cuando leí sus otros libros: La preocupación estética por pensar el logos. El problema central de la razón sensible en la concepción del poema. La actitud no sólo contemplativa del poeta ante los misterios del mundo, sino la postura interpretativa y de activo discernimiento que adopta la escritora en sus textos poéticos. No solo intuitiva es su creciente poesía, además hay en sus poemas mucha angustia por el insoslayable acto de reflexionar el por qué, el cómo, y el para qué de escribir acerca de los temas que ocupan la atención de la filosofía.
La poeta no desea estar en este mundo y proclama su deseo de construirse un mundo aparte, un universo novedoso y más cónsono con sus complejas y muchas veces incomprensibles expectativas que como creadora se le revelan en el decurso de sus meditaciones trascendentales. Su radical inconformidad con la realidad instituída la lleva a postular una inaplazable necesidad de inventarse una compañía que no la defraude: el poema. Gracias a la poesía Teresa Coraspe no sucumbe a los estragos que causa la soledad y la tristeza que impera en el mundo como reyecía. Por doquier abunda una pastosa soledad que derrota y aflige a los espíritus más pétreos que se ufanan de poder soportar el fardo de la incomunicación, del estruendo del no-decir. Esa ausencia lancinante que hiere y lastima está presente en la poesía de la escritora como un leit motiv que no la abandona jamás. Esta poeta no solo piensa con imágenes sino también con conceptos cuyo laconismo nos obliga a repensar las formas tradicionales de leer el poema. La lejanía, la ausencia hiriente del ser, el río con su presencia ida para siempre; el creciente bajo la luna, el dolor de ser tan sólo una sombra de otra sombra coloca al lector de esta poesía de Coraspe en aprietos para comprender la esencia última de su inusual concepción del mundo por la imagen verbal. La mirada es un componente fundamental en toda la obra poética de la poetisa. En alguno de sus libros dice: me bebo el infinito con los ojos. Sólo así puede decirse algo tan bello, tan perturbadoramente hermoso. La instantaneidad del rayo es lo más parecido a un poema de Teresa Coraspe: El río a lo lejos recibe lluvia y crece /desde aquí lo miro/ las piedras impasibles como entonces/ callan.
La inobjetable plasticidad verbal que exhibe el estro lírico de la poeta nos sumerge en un alelamiento sólo comparable a esos estados místicos que nos proporciona la contemplación conciente de la naturaleza. La idea de la partida, del no retorno se hace presente en las creaciones literarias de la escritora. Es una idea recurrente. Tal pareciera que fuera una obsesión que adopta múltiples variaciones de un mismo proceso psicológico. Lo que en teoría psicoanalítica se denomina introspección retrospectiva ,es un problema nemotécnico en la escritora para no extraviarse definitivamente durante sus procesos creativos y sus cavilaciones escriturales. Es fascinante toparse con esa especie de filosoficación
temática dentro de la elaboración del poema. Una irreal geografía se impregna en nuestros sentidos viniendo de los versos sensuales y vehementes de la escritora. Podría decirse que su poesía es una melancólica añoranza estacional. El invierno está asociado al río y el verano a la mujer pero de una tal forma que desconcierta el lector. A veces no resulta fácil leer la poesía de Coraspe por su complejidad y su deliberado informalismo.Un inesperado epígrafe de Curzio Malaparte me subsume en un desesperado entusiasmo que jamás he experimentado leyendo poeta alguno. Celebro estos paratextos que la escritora coloca al comienzo de su poemario porque siento que hay una indisoluble afinidad intelectual entre su sensibilidad y poetas universales de reconocida calidad. Leo con inusitada fruición sensitiva este Vértice del Círculo y concluyo (obviamente, conclusión nada concluyente) en la indescriptibilidad de esta poética de Coraspe. Se torna inaprensible y se me vuelve difícil de catalogarla. La escritora profiere: Cómo hablar de lo que no se explica/cómo decirte que invadas la locura vuelvas a tus numerosos nombres al pie de mínima pisada.
Hay un gozo artístico en el solazamiento de lo inefable. Un regusto por la dimensión irracional que habita la razón estética de la autora. Ella piensa su propio pensamiento desde una instancia problematizadora que interroga las preguntas en vez de darle respuestas. Ello complejiza aún más su poesía. La preocupación de nuestra escritora por el problema del tiempo es asunto que atraviesa toda su obra. Infiero que esa especie de "fijación" que trasluce en muchos poemas de sus posteriores libros obedece a la pertinaz y obsecuente vocación trascendentalista que define su escritura. La eternidad, lo intemporal en Teresa Coraspe adopta muchos rostros pero nunca queda soslayado en el abordaje de sus preocupaciones temáticas. Me conmueve la idea del tren que no detiene jamás su marcha como figura literaria que adopta la escritora aunque en ella subyace un sentido pesimista y hasta apocalíptico del devenir; pero aun así me fascina esta idea porque se aviene en concordancia con mi temperamento pesimista de lector escéptico y distraído que presumo ser.
24.06.07 @ 01:32
Rafael : Me puse a revisar tu blog, ahora que no te encuentro por ninguna parte y me sorprendió lo que escribiste sobre Vértice del Círculo, fue una grata sorpresa: ese librito tan extraño y distinto. No puedo sino expresarte mi profundo respeto y agradecimiento; no sabía que habías escrito sobre él. De repente me aparezco en tu blog como un fantasma en la noche; tienes razón me identifico con los poetas, algunos tienen un parecido a mi alma y ellos se acuestan sobre las páginas y me hacen compañía; entonces surge lo maravilloso: la eterna comunión de esas almas en esta vida o en la otra, y frente al espejo nos confundimos. Un abrazo, un beso, Teresa.
PD: Gracias y disculpe el lector esta inmerecida promoción, esa señora poesía, no yo, lo merece.
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